Desde la lejanía, dos figuras se veían apoyadas en la barandilla observando la inmensidad del mar. Las olas impactaban con fuerza sobre las rocas mientras, más allá del risco, la luna se reflejaba en el agua. De vez en cuando, al otorgar la marea el protagonismo al tiempo, el viento dejaba sentirse con un agudo silbido, rozando la delgada barra de metal que se extendía por toda la avenida. Recuerdo la tranquilidad del lugar. En ese momento, unos minutos antes de llegar a donde la pareja de vagabundos miraba plácidamente a las olas, caminaba centrado en los desafortunados momentos de la vida. Pensaba en la soledad pasajera, la felicidad momentánea y el éxito inalcanzable. La aleatoriedad de la tristeza me había llevado a dejar libres mis pensamientos por el camino ¿Acaso no era más que un simple ser? ¿Acaso no sentía como todos? ¿Acaso me estaba volviendo loco? Ahora no dejo de acordarme de la mujer y el hombre que vi aquella noche. Estaban sucios y visiblemente cansa
Blog de relatos y artículos literarios.