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Mostrando entradas de abril, 2019

La Veleta Oxidada

Estaba tumbado en su cama junto a un pequeño libro de bolsillo y un cigarrillo, cuando se comenzó a escuchar un viento iracundo azotar los ventanales de la habitación. En la azotea, donde desde hacía más de treinta años no había cambiado nada, una veleta de metal oxidado producía un sonido aterrador que mantenía a Atli despierto. Pese a que sus expectativas, al igual que todos los días, eran quedarse dormido, la noche se le avecinó larga y tediosa. No había peor enemigo que el viento, sobre todo cuando la mayoría de las casas del barrio contaban con más de cincuenta años y, pese a su indudable calidad en un pasado, no eran capaces de soportar los caprichos del tiempo.   Aún sin lograr conciliar el sueño, y cuando el reloj marcaba las cinco de la mañana, Atli se levantó de la cama y telefoneó a su psicóloga. - Oiga - le dijo al oír su voz al otro lado del teléfono  - Creo que tengo un problema grave. -¿Qué ocurre ahora? ¿No puedes llamarme en otro momento? -El viento es lo

Risas y Llantos

—Ojalá no tengas que echar de menos el dolor y necesitarlo para dejar de estar solo —¿Tú lo echas de menos? — lo interrumpió Su abuelo clavó los ojos en la ventana como si pudiese ver algo más allá de las praderas del campo y las margaritas del jardín. Su rostro se contrajo al igual que si, después de llevar siglos encerrado, hubiese sacado un íntimo secreto a la luz. — Yo… —añadió sin apartar la vista del horizonte— ya soy parte de él Tiburón lo miró con curiosidad. Desde que tenía uso de razón hablaba con su abuelo todas las tardes, aprendía un poco más de él cada día e, incluso, tenía la sensación de que nadie más que él lo conocía tanto. Hasta ese momento. —¿Estas triste entonces? — preguntó —¿El dolor implica tristeza? Se quedó pensativo un instante. —El dolor no es más que uno de los tantos sentimientos a los que el hombre se ve abocado a sufrir. —prosiguió— Con el tiempo, te acabas acostumbrando a tanta sinrazón. Con los años comprendes que solo padecerás aquello