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Mostrando entradas de diciembre, 2022

Días Grises

El sol se ocultó. Despareció del horizonte demasiado pronto. Se esfumó sin solemnes despedidas, sin avisar al menos antes de su adiós. No tenía reloj que me diera la hora certero. Tampoco me avisaron de que fuera necesario tenerlo. Lo comprobé aquel día, cuando en la oscuridad lloré sin querelo. Entendí la necesidad de disfrutar los fugaces instantes de calor, antes que las manecillas nos lo arrebatasen sin compasión. Hacía frío. También llovía y, entre las gotas, el llanto se camuflaba en su camino al piso, como un hilo fino. Ni siquiera la tierra reconoció mi quejido. Eso fue lo que más me dolió. Pues siempre supuse que bajo mis pies se distinguiría que estaba roto. Pero no. Jamás ocurrió. Jamás sucedió que me rescataran del duelo. Jamás viví esa salvación. Quería gritarlo, también mostrarlo. Pero, ¿merecía la pena intentarlo? Al final, comprendí que era mejor no hacerlo. Entendí que cada uno tenía su momento. Comprendí que cada uno vivía su amanecer y su anochecer, y nadie iba a det

La Primera Casa de Höld

 Los androides estaban cerca. En la lejanía, se escuchaban las bombas del Ejército de Hierro caer sobre el pueblo de Humer, que estaba a unos treinta kilómetros al este. La radio rural, dirigida por el alcalde Gruber, había informado a las ocho de la mañana del arrollador ataque que se estaba llevando acabo. "Aquel pueblo, que un día fue testigo de la belleza natural y humana, era demasiado frágil", anunciaba con voz castrense, "pronto llegará el momento de este glorioso y más preparado lugar para luchar". De esta manera, había cortado la comunicación y, estando aún Alexander Oswald en la cama, supusieron aquellas palabras el motivo de su pronto despertar. Se desperezó y miró por la ventana hacia los cultivos sin fin, marchitos y cubiertos por una capa blanca de nieve. Su casa era la primera del pueblo de Höld, la más cercana al frente de batalla y, en otros tiempos, privilegiada por gozar de unas vistas hermosas a los maizales. "Ya no queda nada", murmuró

Fuego Siciliano

¡Bienvenid@  a BookToLand! Te presento la primera entrega de la serie "Fuego Siciliano", de cuatro relatos. La historia trata sobre la resistencia de un pueblo frente a una invasión de la paz y la identidad propia, en la que las armas serán las únicas herramientas útiles en la vanguardia. Pero, tras la acción y la sangre, el amor y el recuerdo serán cruciales en la retaguardia, donde todos los integrantes de una sociedad en peligro deberán convencer y vencer en la lucha de las palabras. ------------------------------------------------------------------------- Me marché de Alicante un día gris y lluvioso. El tiempo fue la mejor de las representaciones de todo cuanto dejaba atrás. Sentí entonces una profunda tranquilidad, como si Dios me hubiera dado la oportunidad de comenzar una nueva vida. Pensé en los muertos y en todo el dolor que guardaba mi pasado. Me juré a mi mismo, desde la última fila de asientos del autobús, que jamás volvería a estar involucrado en aquellos negocio

Otros ojos, otra nariz, otra sonrisa...

Yo vi esa sonrisa. La miré embobado, mientras la sentía como mil caricias. Era única. Entonces, solo era mía. Y si. Puede sonar egoísta, algo propio de alguien narcisista, pero amaba que fuera exclusiva. Amaba que solo despertara cuando sus ojos me miraban. Amaba su peculiar hoyuelo, y los mofletes besarlos cada día. Su olor era lo que me conquistaba. Pues, al despertar cada mañana, era lo primero que percibía. Antes de abrirlos ya sabía que estabas al lado mía. Sabía que te encontraría. Y con una sonrisa te miraba, aunque estuvieras dormida. Un día, junto a mí ya no te levantabas. Te perdí, como quien deja atrás una avenida, una estación, una vida... Te marchaste lentamente, dando diminutos pasos como de hormiga. Al principio, yo ni lo sabía. Quizás, no quisiese aceptar que te ibas. Pues, durante semanas, trataba de convencerme cada día de que me querías ¿Acaso eso lo había dudado algún día? ¿Acaso me había permitido la locura de ponerte en duda mientras mi corazón latía? Jamás. Ni si