Nunca vuelvas a salir sin un arma. Es un consejo. Ya me lo agradecerás. De hecho, ahora que lo pienso, voy a escribir una pequeña historia que sirva para advertir a la gente sobre el mundo que se le avecina. No sé si funcionará, pues como ya sabes el humano es terco, a veces egoísta y siempre melodramático, pero soy de los que prefiere prevenir antes que curar. Quizás, todas las desgracias del hombre se deban a su propia naturaleza, y por ello después de leer esto decidas tirarlo a la basura, aunque sólo es una hipótesis, tampoco es que sea psicoanalista. Puede, incluso, que hagas un avioncito de papel con mis letras, con el fin de regodearte de tu conocimiento sin fin, tildando mis advertencias de cínicas, y disfrutes su aterrizaje en tu cubo de basura, también repleto de textos que no están a la altura. En cualquier caso, no digas que no te lo advertí, porque sí que lo hice y, es más, te di demasiadas pistas...
Corría el año dos mil cincuenta, en algún punto de Europa que no revelaré. Primera pista. Desde hacía varios años, las telenoticias habían dejado de emitirse, las radios sólo servían para escuchar música y en internet tratar temas de actualidad se había convertido en delito. Me parece que con condena a muerte. No estoy seguro. La sociedad se había vuelto ciega para evitar caer en desgracia. En ese sentido, pienso que volvimos a la Edad Media. Las personas andaban por la calle rozando la locura; para que me entiendas, salir de casa era como entrar en un psiquiátrico de tu época. Aquí ya no hacían falta, pues estábamos todos locos. Las enfermedades, los fenómenos meteorológicos..., todo lo que un día ustedes negaron, en definitiva, pareció trastocar mentalmente al mundo entero. Segunda pista.
Por aquel tiempo, que hoy me queda lejano, había decidido comenzar una nueva etapa en mi vida que tarde o temprano nos tiene que llegar a todos. Me marché de casa, con apenas veinte años, y no tardé en arrepentirme. La soledad fue desoladora. El mercado alimentario estaba destruido por las constantes catástrofes y había una escasez inmensa. Tuve que hacer contactos en la calle para poder comer todos los días. E, irónicamente, conseguí trabajar durante muchos años en un supermercado, donde sólo veía comprar a los más ricos.
Un día cualquiera, si es que así se le puede llamar a una nueva mañana con una nueva preocupación, un hombre tocó inesperadamente a la puerta de mi casa. Hasta entonces, había estado leyendo en el salón, viendo como una tormenta se hacía con el control de la ciudad y pensando en descansar durante mi día libre de la semana. No tenía otra cosa en mente. Pero, tan pronto como oí la llamada, mis pulsaciones dejaron de veranear. Cogí un cuchillo, lo escondí bajo la camiseta y fui asustado a ver quien era.
La primera impresión que tuve al ver a aquel hombre, que resultó ser un viejo sucio y con una barba kilométrica, fue la misma que tiene una presa al ver a su depredador. Me apresuré a cerrar la puerta, hasta dejar un hueco casi imperceptible con el marco, y toqué con los dedos el metal que me rozaba la piel bajo la ropa:
一Buenas, señor 一se presentó tímidamente 一. Me llamo Ramón. No sé si me habrá visto por aquí... Busco hogar desde hace días y nadie me ha querido escuchar.
¿Qué hubieras pensado tú? En situaciones complicadas siempre me he preguntado qué harían los demás en mi posición. Yo, te adelanto, que no sabía qué responderle. Me quedé en blanco. Y, ciertamente, no supe decir que no a aquel señor.
Con el tiempo, ambos nos hicimos amigos. Conocí un poco más de él y su familia, así como su historia, la cual estaba repleta de mucho dolor. Seguramente, al igual que la de todos, pensé, pero la suya era la única que había oído en primera persona. Siempre era más impactante así. Lo miraba a los ojos y me veía reflejado en él: una persona olvidada, carente de felicidad y que seguía luchando por su vida simplemente porque era lo que tenía que hacer. A veces, lo observaba salir de casa y no encontraba a la misma persona que el día anterior. Hasta que llegó un nuevo periodo glacial. Solían ocurrir cada cinco años, y cada vez duraban más tiempo. Este se prolongó durante treinta y seis meses. Miles de personas murieron y el mundo vio aún más mermada su población. El hambre y las enfermedades no tardaron en azotarnos otra vez. Y, de repente, en medio del caos la realidad se volvió abstracta. Algo intangible. Aunque pronto averigüé que yo no había sido el único en enloquecer. La ciudad se llenó de sangre y la gente mataba por pura diversión. Algo extraño si lo pensamos con calma. Pero sosiego era lo que más nos faltaba. Tercera pista. Ramón desapareció. Aún no logro recordar qué pasó después... Sigo pensando si me habré vuelto un psicópata...
Por eso te aviso a ti. Ten cuidado. Tienes que prestarme atención: esa glaciación fue diferente. Algo quería matarnos, y ya no sé si lo han conseguido. No permitas que los poderosos llenen el mundo de sus gases y enfermedades. No permitas que mi locura te mate. Sus fines son malvados. Somos un experimento...
El futuro.
Pd: Perdón.
¡Gracias, Ulises, por participar con tu relato en el concurso homenaje a Jim Thompson! Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarInquietante y desoladora carta desde el futuro Ulises,... con esas referencias apocalípticas que deberían hacernos reflexionar.
ResponderEliminarMucha suerte!
Un relato que duele por lo próximos que parecemos estar a la desolación de ese futuro. Muy buena historia, Ulises, con un psicópata muy particular. Felicidades y mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarEso del futuro es apenas como para poder tragarlo, ¿verdad Ulises?. Yo lo veo tan presente que me asusta. Esta narrado con precisión y sutileza. Desgarrador. Un abrazo
ResponderEliminarHola Ulises. De nuevo nos leemos en Tintero.
ResponderEliminarYa veo que has escrito sobre apocalipsis, a solo 30 años del 2020. Una advertencia desde el negro futuro a este presente algo convulso. Nos pintas un mundo donde los humanos nos convertimos en depredadores de la misma especie, no hay mayor psicopatía y locura que esa. Ya hemos tenido precedentes de este tipo, holocaustos, genocidios… el cercano futuro que narras, compañero, desde luego, no da cabida a la esperanza.
Malas prédicas la de ese futuro. Desolación y ruina ¿No nos estaremos ya volviendo locos con tanta conjetura?
ResponderEliminarEspero que la cordura de los seres inteligentes trascienda a tanto caos en estos tiempos que corren.
Un saludo.
Hola, Ulises. Vaya relato más inquietante, se percibe la tensión en cada frase, sobre todo en eso de ir dejando pistas. Muy imaginativo ese futuro distópico donde todo parece perdido y la supervivencia es el sino de la humanidad. Me ha gustado como lo has encarado, tipo epistolar al principio que se convierte en esa experiencia del futuro pasado tan hipnótica. Muy buen trabajo, Ulises, me encantó.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola, Ulises!
ResponderEliminarCoincido en la apreciación de Pepe acerca del género epistolar como introducción del relato y hasta que el pasado da lugar al presente, donde la distopía nos revela un mensaje apocalíptico que por desgracia no dista mucho de lo que puede avecinarse en la realidad que vivimos si no actuamos en consecuencia.
Te felicito por ofrecernos, esta vez, una estructura mucho más elaborada que en anteriores ocasiones, lo cual indica el mérito de tu constante esfuerzo por mejorar no solo la parte conceptual sino también mejorando el estilo.
Un abrazo y mucha suerte.
Un relato apocalíptico que espero no llegue a hacerse realidad, je,je.
ResponderEliminarDesde luego, el estilo narrativo mantiene un ritmo intenso y al lector pegado a las letras.
Un abrazo.
Original punto de vista, Ulises. Una historia contada en primera persona por el futuro, que nos advierte de la que nos espera a la humanidad si seguimos este rumbo desnortado. Basada en probables hechos reales. Al menos pide perdón, los responsables nunca lo harán.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Ulises. Me ha gustado mucho, tanto en la forma epistolar como en el mensaje. Es escalofriante pensar que el Futuro pueda obrar de esa manera. ¿Qué hacemos contra él? No alcanza con que pida perdón.
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos Ulises
ResponderEliminarEl género epistolar te funcionó para escribir una historia futurista, no mucho solo 30 años¸ donde el protagonista duda entre si es víctima o psicópata. Del modo que sea pinta escenas negras, desoladoras, ¿vamos hacia allá? Espero estemos a tiempo de revertir ese
Como dice el refranero: "El que avisa no es traidor", así que el futuro, este negro futuro que nos has traído y que tan verdadero puede ser, no debería pedir perdón. Si cabe, somos nosotros los que deberíamos arrodillarnos y suplicar clemencia, pues nos estamos dirigiendo al abismo a zancadas.
ResponderEliminarBuen relato, Ulises. Te deseo mucha suerte.
Hola Ulises
ResponderEliminarInquietante. A anotar el asunto de las pistas y el tono del relato.
Todos somos psicópatas en potencia, o casi...
abrazos y suerte
Hola, Ulises. Un futuro apocalíptico que se nos viene encima, o acaso ya está aquí, que nos lleva a la locura y a matar por diversión y un anciano que desaparece sin dejar rastro. Muy intrigante. Habrá que profundizar en las pistas. El Pd. final me ha gustado. Magnífico relato.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarTu relato es toda una locura con la frenética sucesión de eventos y el rol que interpretan sus personajes. Me atrevería a adivinar que el señor de la barba larga fue enviado a propósito? Los periodos glaciales fueron un simple experimento para la población? El narrador no recuerda que lo asesinó? 🤔 Como sea, es un apocalipsis siniestro, con un mundo en peligro de extinción. ¡Un relato muy ingenioso!
Saludo
Quizás cartas como la tuya ya estén llegado a algunos elegidos, quién sabe. Interesante distoía Ulises me ha gustado y engarza muy bien con los tiempos que corren.
ResponderEliminarSuerte en El Tintero.
Menuda distopía, amigo Ulises, inquietante en grado superlativo. Reconozco que no he acabado de entender bien si el protagonista es una persona X, su yo del futuro o el propio futuro, pero ello no me ha impedido disfrutar a tope tu relato; un relato en el que la sensación de desasosiego y derrota están tan marcada que da miedo... y duele. Te felicito por todo ello.
ResponderEliminarTe envío un fuerte abrazo junto al deseo de mucha suerte en "El Tintero".
Un relato distópico en esa sociedad futura de 2050 controlada por el autoritarismo, el hambre, la enfermedad y el frío. Te cala esa atmósfera de soledad y frío en un mundo sin color, bueno sí, todo es de color negro; donde las personas no son lo que parecen, al menos, entre Ramón, que el lector cree que es un psicópata en un principio, y ese protagonista sin cara ni nombre que al final, se identifica como un producto de la locura de los poderosos. ¡Aterrador!
ResponderEliminar¡Felicidades, Ulises y suerte en EL Tintero!
Hola, Ulises. Se escribe tanto sobre el futuro de la humanidad, haciéndolo aparecer como desastroso, que espero que estos escritos sirvan como llave para abrir la puerta de la cordura y evitar que se cumplan las desvastadoras premoniciones.
ResponderEliminarEl ir desvelando pistas me ha mantenido casi sin pestañear durante toda la lectura, y me ha atraído el personaje del viejo, como persona olvidada, que lucha por su vida porque es lo que hay que hacer. Me he identificado en cierta forma con él.
La forma clara en que está escrito propicia la lectura para disfrutarla, aunque sea un tema tan alarmante.
Un efusivo saludo.
Excelente mensaje a la humanidad narrada por un futuro incierto e impredecible. Es importante hacernos portavoces a través de las letras. Saludos cordiales desde Venezuela. Suerte en el Tintero de Oro.
ResponderEliminarUna distopía que se asemeja demasiado a la extraña realidad que nos ha tocado vivir. Un relato inquietante de un futuro poco esperanzador. Confiemos en enderezar el rumbo y no llegar a vivir lo narrado por tu protagonista. Buen relato, Ulises. Saludos y suerte en el Tintero.
ResponderEliminarNo se yo si eso pasará ya antes de llegar al año señalado. La deshumanización nos hace cada vez más psicópatas. Saludos y Suerte
ResponderEliminarMe parece que tal y como va el mundo tu relato va a tener tintes de convertirse en realidad en ese futuro del que hablas . Esa distopía tan clara con la que presentas los hechos estremecen por su dureza y tan solo a 50 años vista, que mal lo pintas en tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo Ulises y suerte
Puri
Si no aprendemos de errores pasados... ¿crees que alguien hará caso de una carta del futuro?
ResponderEliminarMe ha gustado la idea. La verdad es que el futuro al que nos encaminamos podría estar cerca del que describes.
Un saludo.
Magnífico relato de como la locura se va haciendo con las personas sin que se den cuenta hasta llevarlas a no saber qué es realidad y qué han hecho. Mucha suerte en el concurso. Abrazos.
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