Frustración. Esa era la palabra que mejor describía lo que sentía. No quise saber nada de nadie durante meses, ni siquiera de mi mismo a veces, y mi temperamento se había transformado en algo difícil de tratar, tanto para los que intentaban ayudarme como para ese sistema de autocontrol que todos llevamos dentro. Perdí amigos, familia, vecinos... Salía con la bicicleta a las cinco de la mañana y regresaba a mi casa a las ocho de la noche. No tenía descansos. Las últimas tres competiciones nacionales habían sido un desastre, y los malos resultados no habían hecho sino incrementar las burlas de mis rivales. Haber nacido en el campo no era algo que la gente admirara en aquellos años, y mi llegada al mundo profesional de las carreras de ciclismo no había comenzado con buen pie.
ー Si no fueras tan cerrado de mente, seguro que podrías estar más relajado ーme repetía constantemente mi psicólogo, que después de varias semanas de sesiones diarias comenzaba a darlo todo por perdido.
El problema, sin embargo, pese a que pudiera parecer lo contrario, lo conocía tan bien como yo. Y creo que ni siquiera él, como adiestrador profesional de mentes desequilibradas, se atrevía a mencionar al causante de tal conflicto emocional que se batía en mi interior. Pues sabía que de hacerlo, podría generar un auténtico escándalo. Mi equipo lo había contratado, al fin y al cabo, para evitar que la situación fuera más grave de lo que era. Y todos entendíamos que había cajones en los que era mejor no hurgar demasiado.
La causa tenía nombre y apellidos, aunque no eran palabras precisamente lo que durante cada noche me generaba pesadillas. La bicicleta de López-Carrasco rodando sobre la carretera de los puertos de montaña españoles, sin rivales que se le acercasen, ajena al resto del pelotón que pedaleaba a varios segundos de diferencia, se convirtió durante una etapa de mi vida en mi miedo más auténtico. Aquel ciclista, de origen peruano, llegado desde las zonas más remotas del país latinoamericano, a las que ningún hombre se atrevería a llegar a causa de su elevada altitud y escaso oxígeno, parecía no tener contrincante en ningún lugar. Sus pulmones, acostumbrados a lidiar con poco combustible, se encontraban enérgicos trabajando en las montañas de España, que en comparación con las de su patria no tenían apenas altura. Nunca podré olvidar los desmayos que sufrí, las piernas temblorosas a causa del esfuerzo, la mente absorta ante la idea de que no lograría nada por muy motivada que estuviera... ni el más diminuto premio a cambio del esfuerzo de una vida entera... Esa era la cruda realidad a la que me enfrenté. Aquello representaba la fuga de los sueños de un niño, al que un día le dijeron que conseguiría todo lo que se propusiese, pese a que nunca le aclararon que no hay palabra que no tenga límites ni lamentos que tarden demasiado en llegar.
Años más tarde...
ーEntonces ーme pregunta ahora mi nieto, mientras ambos estamos sentados en el sillón de mi salón, señalando una de las tantas fotos que tenía guardada en un álbum ー, ¿ese era el hombre que siempre te ganaba?
La tele sonaba bajita, y el reloj marcaba las cinco de la tarde observando cientos de fotos desperdigadas sobre la mesa del comedor, que hacía tiempo no veía.
ーAsí es ーcontesté mirando la imagen. Se observaba a Carrasco montado en su bicicleta y a mi justo detrás de él, tratando de adelantarlo en los pirineos catalanes. Creo recordar que corría el año setenta y cinco.
ー¿Nunca le superaste?
ーJamás.
ーUna pena...
ーSin duda... ーcontesté, sintiendo un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo de arriba a abajo, como si algo importante estuviera a punto de ocurrir.
ー¿Salimos un rato en bicicleta? ーme dijo de pronto, a la vez que pasaba las páginas que tantas ilusiones perdidas representaban.
Miré su cara, fiel representante de las emociones, y en ese momento vi sueños que adquirían forma y personalidad en los ojos de un niño. El tiempo se detuvo: el reloj dejó de marcar los segundos, el viento no corría, la tele ya no sonaba, y la mirada de mi nieto se mantuvo eterna en mi cabeza; tal y como si sus palabras representaran el inicio de algo importante. Pensé que me estaba volviendo loco, que eran meras estupideces de viejo, pero el impacto que tuvo cada letra en mi acabó haciendo que siempre tuviera una pequeña inquietud en lo más profundo del alma.
ーClaro que sí ーconcluí ーNunca podría negarme a eso...
...
"¡¡¡Victoria, victoria, victoria en los Pirineos del corredor Alonso Martínez. Vaya carrera se ha hecho el chaval con apenas veinte años... Su abuelo lo debe de estar disfrutando desde el cielo... Esto va por ti. Se ha abierto una nueva etapa en la historia del ciclismo...!!!"
Gracias, Ulises, por participar con este relato en la edición del concurso dedicada a la universal Rebeca de Daphne du Maurier. Un abrazo y suerte!!
ResponderEliminarQué hermosa historia, Ulises. Llena de emociones y esa sensación de que el niño, hecho joven, logró compensar las penas del abuelo. Una belleza.
ResponderEliminarAbrazo
Vaya, claro el ciclismo es toda una institucion, creo es un relato bastante original, y vaya que hay cosas que inspiran a unos e inhiben a otros. es un relato que bien haya podido ocurrir.
ResponderEliminarPrecioso relato, Ulises. Una historia muy emotiva y muy bien contada. La sensación de impotencia frente a la imposibilidad de superar al rival es un guiño a "Rebeca " muy logrado. Felicidades y mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarEmotivo relato, la premonición final con sus emociones está muy lograda. Una comunión entre generaciones diferentes que ve la luz a través de tu historia. Me ha gustado tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo y suerte en el Tintero de Oro.
Hola, Bruno. Soy Beri. Me ha gustado mucho tu relato, se lee del tirón. Con esa elipsis encabezada por las palabras "Años más tarde..." nos llevas de un salto al futuro del protagonista, donde conocemos a su nieto y, por extensión, a un futuro campeón del ciclismo. Muy original tu propuesta. Mucha suerte y un abrazo.
ResponderEliminarUlises! Perdona por el lapsus...
EliminarHola, Ulises. La historia está llena de grandes deportistas de élite que quedan más o menos eclipsados por otro que lo gana todo. En el caso de este relato, el abuelo parece que se resarce con el nieto. El relato muestra muy bien estos sueños hechos realidad en una proyección en su nieto. Me ha gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Ulises. Pues, al final, el nieto cumplió los sueños del abuelo, o, dicho de otro modo, el abuelo, desde el cielo, vio realizado en el nieto su eterno sueño, tras una vida deportiva frustrada por el "síndrome del segundo" Creo que aciertas a reflejar muy bien la creciente amargura del protagonista, desmoralizado por una lucha inútil contra su invencible rival. Muchos casos parecidos se han dado en la vida real. Imagino que fue aquel primer paseo en bici con el nieto el germen que prendió la chispa de la ilusión renovada que, finalmente, obtuvo el anhelado premio.
ResponderEliminarMucha Suerte en El Tintero. Un abrazo.
Estaba convencida de que ya te había hecho un comentario esta mañana, Ulises.
ResponderEliminarEl segundo, pese a los esfuerzos, no alcanza la gloria del reconocimiento del campeón, y desde luego, tiene que ser frustrante para un deportista de élite.
Un sentido homenaje a la figura del abuelo ciclista.
Un saludo paisano, nos vemos en la Gala.
Hola Ulises, cuántas veces los sueños de una generación se van cumpliendo en las posteriores. Es cuestión, según el dicho, de "tomar la antorcha" como se hacía en los antiguos Juegos Olímpicos. ¿Sabemos acaso cuánto de lo no cumplidio vamos pasando a los que nos siguen? Excelente relato. Un abrazo.
ResponderEliminarUn relato entrañable, muy bien contado. Me gustó mucho!
ResponderEliminarQue bonito que el nieto cumpliera al fin el sueño de su abuelo, que alla donde este, seguro estará orgulloso. Un relato entrañable y cargado de emotividad. Felicidades Ulises, un abrazo y suerte en el concurso.
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ResponderEliminar¡Hola, Ulises!
Podría considerarse un relato de género épico, ya que nos cuenta la historia de un "héroe" en bicicleta que debe enfrentarse a sus rivales para hacer realidad sus sueños de infancia. No obstante, pese al inmenso esfuerzo por lograr su objetivo, la "lucha" termina por frustrarle.
Pero el relato no queda ahí parado, sino que toma un nuevo impulso y nos presenta una segunda parte que adelanta el feliz desenlace, con lo que su mensaje acaba volviéndose entrañable y esperanzador.
Buen relato y mucha suerte.
Un abrazo.
Bueno Ulises, entrañable historia entre aquí y el más allá. Las cosas pendientes, desde el otro lado hay una eternidad para terminarlas, solo es cuestión de que alguien coja el testigo. Saludos y suerte 🖐
ResponderEliminarSeguro que muchas personas hemos querido cumplir algo y al no poder, hemos soñado con que algún descendiente o nieto lo lograría; esta historia es uno de esos casos, con el optimismo y esperanza de alcanzar una meta. Muy buen relato y suerte en el concurso.
ResponderEliminarLa ilusión del niño es capaz de romper cualquier barrera o escollo que habitara en la mente torturada de su abuelo. Una gran historia que parece tener visos de realidad (en base al texto al pie de relato), aunque, como no soy aficionado al ciclismo, quizá todo sea fruto de tu imaginacion y el texto del final solo represente la guinda del pastel, je,je.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué historia tan emotiva! Buenísimo el desarrollo del nudo argumental con esa concisión del lenguaje que nos presenta la lucha y superación del protagonista para llegar a aceptar sus límites de una forma tan respetuosa, que conmueve al lector. El desenlace, raya en lo sublime.
ResponderEliminar¡Felicidades y suerte en el Tintero, Ulises!
Hola Ulises. Precioso tu relato para esta convocatoria del Tintero. Ese rival del que tsn poco sabemos se convierte en un personaje más de la historia, junto con esas montañas inbatibles con su falta de oxígeno. Seguramente, Alonso disfrutará desde el cielo del esa victoria de la que él también es responsable.
ResponderEliminarUn saludo y mucha suerte.
Hola, Ulises. Teñida con un tono de resignación, tu historia da un cambio brusco en su tercio final donde surgen la esperanza y la consecución de un sueño, eso sí, sorteando los límites de la muerte misma. Me ha gustado mucho tu relato, te felicito.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en "El Tintero", compañero, y te envío un fuerte abrazo.
Una preciosa historia, Ulises. Qué hermosos son los momentos compartidos con los abuelos. Mucha suerte y un abrazo.
ResponderEliminarY es que aunque ciertas cosas no se heredan, si se pueden trasmitir. El tesón, el esfuerzo y la motivación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un magnífico y sentimental relato que se va metiendo en la piel del lector, muy emotivas las emociones, las escenas de tu protagonista, y con un final feliz.
ResponderEliminarSaludos y te deseo suerte en el Tintero.
Una bonita historia en la que el final viene a poner el colofón tan deseado a una vida de entrega a uno de los deportes mas duros que se conocen. Ha ocurrido muchas veces que magníficos deportistas han coincidido, a lo largo de su vida profesional, con otros tan solo un poco mejores que les han impedido despuntar o mejor dicho brillar. Tu has sabido retratar a la perfección una de esas historias.
ResponderEliminarTe felicito por el trabajo y buena suerte!
Saludos cordiales desde Puerto La Cruz Anzoátegui Venezuela. A veces ser segundos, nos conduce a repensar nuestras acciones de la vida diaria. Así como el nieto logró consolidar el sueño del abuelo, esto supone una motivación para alcanzar ese objetivo. Pero, nos preguntamos y ¿Qué pensaría aquel ciclista peruano que por años tuvo a aquel hombre allí de segundo? Todo es una motivación y no es el premio, sino la constancia el seguir luchando cada uno se superó así mismo, en esa lucha constante. Es desde otro punto de vista, que en ocasiones no valoramos. Gloria a esos 2 deportistas que por años se mantuvieron a la par. Felicitaciones Ulises te deseo un venturoso año nuevo 2021. Yo me quedé con el manuscrito sin poder participar, pero con la satisfacción de que pude conseguir algo en honor a Rebeca. Pronto lo publicó. Solo para mí compartir.
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