—¿Quién eres? —¿Yo? —Sí, tú, esa cosa que está ahí sentada en el sillón. —No soy nadie importante. De hecho, nunca esperé que te fueras a dar cuenta de que estaba aquí —¿Es que has estado más veces en mis sueños? —Si yo te contara... No hay noche en la que no haya asistido a tus peores pesadillas ni a tus mejores fantasías. —¿Quién eres? ¡Quiero saberlo! —Soy una parte de ti. Tú sentido común, más concretamente. —Venga ya... Eso es imposible. ¿Y por qué apareces solo en mis sueños? ¿Por qué no estás presente durante el resto del día? —Porque no quieres. —¿Cómo que no quiero? ¿Es que acaso importa lo que yo quiera? —Pues claro que importa, estúpido. —Entonces, según tú, ¿sólo quiero que estés durante la noche? —Dicho así suena un poco raro... Pero sí, así es. Te empeñas tanto en hacer lo que te da la gana que olvidas todo aquello que eres. —¿Y quién soy? —Buena pregunta. Quizás, esa sea una de las tantas cuestiones que el ser humano nunca se atreva a ave...
Blog de relatos y artículos literarios.