Comenzar a ser Feliz
Miré a mi alrededor y pensé que debía haber vuelto a nacer. Todo lo que había aprendido se había quedado reducido a la inexistencia: mis gestos, mi risa, mi mirada... Llegué a creer que estaba muerto, y la indiferencia de quienes me rodeaban eran imaginación de los últimos resquicios de mi mente. Incluso su sonrisa, vista entre el caos, supuse que seria la forma en que la vida se despedía de mi. La forma en que el mundo te hace sentirte con ganas de volver a resurgir. Aquella cara y aquellos ojos eran el ejemplo de lo que nunca tendría, bien si su recuerdo me daba esperanza por que siempre me acompañase a donde me tocara ir. No todo estaba muerto, pese a que, por dentro, no me quedaban ganas de volver a vivir. La vida se había desvanecido y, con ella, a una nueva persona le tocaría sufrir, y, a mi, por suerte, comenzar a ser feliz.
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