El profesor Shang tenía un don innato para el encanto. En el colegio donde trabajaba lo sabían muy bien. Su carisma activaba hasta al más adormilado de los estudiantes, y sus esfuerzos por hacer que los alumnos aprendieran le habían convertido en el destinatario de cientos de felicitaciones de los padres. La comunidad educativa entera estaba encantada con un profesor. Toda una novedad. Cuando llegó de China, a nadie se le hubiera pasado por la cabeza que aquel hombre pudiera permanecer en el colegio dos décadas y convertirse en su maestro estrella. Básicamente, porque los profesores de intercambio estaban obligados a regresar a sus países. Pero Shang había movido tierra, mar y aire para ser una excepción. Aunque, al principio, eso había dado demasiado de qué hablar. Quizás, hasta un punto que alcanzó lo enfermizo. O no…
Durante meses había circulado un rumor. Cuando los padres se enteraron de que Shang no iba a regresar a su país, algunos se escandalizaron. ¿Quién era el profesor Shang?, se preguntaba todo el mundo. Pero nadie encontraba respuestas. Se dijeron multitud de barbaridades durante semanas, pero una había logrado alcanzar todos y cada uno de los oídos de la escuela: aquel extranjero era un enviado especial, con la misión de adoctrinar a los niños. Pronto cundió el pánico. En su tercera semana como profesor con plaza fija, Shang tuvo que permanecer siete días en su casa. Tenía terminantemente prohibido regresar al colegio. Hasta que, con mucho trabajo de la dirección del centro, aquellas voces escandalizadoras se acallaron poco a poco.
Veinte años más tarde, una semana antes de Navidad, las voces resurgieron a partir de un trágico suceso. Un gran árbol que decoraba la entrada del colegio y la ilusión propia de las fechas no pudieron haber hecho imaginar a nadie, ni aunque el mejor de los videntes lo presagiase, que, a falta de una semana, un alumno del profesor Shang moriría en extrañas circunstancias durante el recreo. La muerte del pequeño Elon Trust cambió en un abrir y cerrar de ojos la buena fama que, en diecinueve años, el profesor había logrado con gran esfuerzo.
—Lo sentimos mucho Shang, pero no te puedes quedar aquí —le dijo la directora de la escuela en su despacho. Era de noche y las casas de la acera de enfrente iluminaban la oscuridad de los pasillos del colegio. —. De verdad que lamento mucho que tengas que vivir esto otra vez. Pero, aunque no sé si a ese chico lo ha matado algún impresentable o se ha muerto por que le había llegado su hora, de lo único que estoy convencida es de que esos leones de ahí fuera quieren tu cabeza por la muerte de uno de sus cachorros.
—Sabes que no me atrevería a ponerle un dedo encima a ninguno de mis alumnos —se defendió Shang
La directora lo miró mientras una lágrima se abría paso por su mejilla. Ella también pensaba que él no había sido. Pero si no lo echaba ella, lo acabarían matando. Buscaban un culpable y querían vengar, rápidamente, la muerte de Elon.
—No puedo hacer nada… —añadió, tras un instante en el que decenas de pensamientos chocaron entre sí en su cabeza —Esto me ha superado hasta a mi… Era tan chiquitito… “El pequeño Elon” lo llamaban sus amigos… y ninguno de ellos medía más de metro cincuenta —recordó con la mirada perdida a través de la ventana —Cuídate mucho —lo despidió la directora abatida.
Después de su despido, el profesor no volvió a ser el mismo.
—¡¡Siempre supimos quién eras!! —le gritó una mujer durante una madrugada, antes de romper la ventana de su cuarto con una piedra—¡¡No te queremos en este barrio!!
De vez en cuando, le lanzaban objetos o le gritaban desde la calle. La fachada de su casa estaba llena de manchas y los vecinos le habían dejado una montaña de cartas en el buzón que ya no leía. Todas decían lo mismo. Ni siquiera se había molestado en arreglar aquel agujero de la ventana. De hecho, había empezado a ver cosas a través de él. Con el tiempo, tan solo comía una vez al día y prácticamente vivía sentado en una esquina de su cuarto, creyendo estar en un agujero negro del que solo podría salir si saltaba por la ventana.
Habían pasado doce meses.
—¡Shang! —oyó gritar
—¡Shang, espabila! —escuchó de nuevo
Estaba a punto de saltar por la ventana, cuando se dio la vuelta y no pudo creer lo que vieron sus ojos.
—¿Elon Trust? —preguntó confundido
—Sí, profesor Shang. Soy yo —le respondió —Bueno… ahora el fantasma de Elon Trust.
—¿Qué quieres? —dijo mientras miraba su coche aparcado bajo sus pies —Fui yo quien te maté, Elon. ¡Yo te quité la vida!
—Tú no fuiste quien me mató, Shang —sentenció el fantasma seriamente. —¿Por qué no sales a ver las luces en las calles? ¡Es Navidad!
—La gente no me quiere en sus calles, Trust.
—Olvídate de ellos. Siempre fuiste un profesor inigualable para mí
Elon le dio la mano, y los vieron pasear bajo los árboles y las luces. Nadie lo podía creer. Finalmente, se detuvieron en una plaza, y Elon vociferó:
—¡Escuchadme todos! El verdadero asesino fue él… — su dedo señaló, firmemente, al único creador de aquella trágica situación.
Desde ese día, el profesor Shang se convirtió en el mesías de Elon Trust, y, su padre, en su cruel y despiadado asesino.
Gracias, Ulises, por participar con este relato en el homenaje a Charles Dickens y Cuento de Navidad. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarHola, vaya relato de con impactante final. A lo largo de la historia siempre se han buscado culpables para las desgracias: el pueblo judio, los chinos cuando la II Guerra y así... Me encanta que el pequeño Elon regrese del más allá para limpiar el nombre de su querido profesor. Un buen aporte para el Tintero. Mucha suerte.
ResponderEliminarMuy buen relato, Ulises, con un final tremendo. Me ha gustado mucho como has reflejado la intolerancia de una sociedad dispuesta siempre a marcar al diferente y ese regreso del niño en forma de fantasma para hacer justicia. Felicidades y mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarSí, Ulises, los muertos y el tiempo son siempre los encargados de la verdadera justicia aunque no siempre lleguen en el momento justo de nuestras vidas, ni lo hagan de manera tan espectacular como Elon. Pero para tu historia calza perfecto. Se le arruinó la vida públicamente, es menester que Elon lo justifique en Navidad. Me ha gustado muchísimo. Un abrazo navideño
ResponderEliminarUn final impactante, inesperado, pero con final feliz. El fantasma del chico hizo justicia. Un abrazo y felices fiestas.
ResponderEliminarHola, Ulises! Final potente! Estupendo relato, cuento navideño en el marco de la intolerancia ante la diversidad. Muy buen enfoque y muy buena narrativa. Felicidades, me ha gustado mucho. Suerte!
ResponderEliminarHola, Ulises. De la mano de un fantasma el protagonista pudo recuperar su buen nombre. Un relato que nos lleva a empatizar con el dolor del pobre profesor, pero que nos rescata al final con una revelación. Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarImpactante y espectacular. Gracias.
ResponderEliminarBuenos días, paisano.
ResponderEliminarUn relato en el que la xenobobia, la intolerancia, las mentes estrechas del pueblo y el odio al diferente marca la historia. Un final mesiánico y efectista.
Un fuerte abrazo, Ulises.
Lo que pueden llegar a hacer los prejuicios. Menos mal que el fantasma del niño delató al verdadero culpable. Hasta en estas fechas, que se supoenen son de paz y amor, subsiste el rencor y la xenofobia en muchos corazones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Ulises , un tierno relato que al final y que gracias al
ResponderEliminarfantasma , se hizo justicia , pero al profesor el daño moral
y el que estuvieses marcado por años , ese daño no se puede
subsanar ,re deseo una feliz tarde saludos de flor.
El tiempo pone siempre las cosas en su sitio. Ante una comunidad tan obcecada, ha hecho falta la intervención sobrenatural del finado..
ResponderEliminarTodo un privilegio para Shang sprovechando la oportunidad de las fiestas.
Me gustó el detalle de wue tanta cerrazón, afecta y convence incluso al falso culpable , que se autoacusa ante el fantasma.
Saludos y suerte
Cuento navideño con fantasma incluído para denunciar los prejuicios y los estereotipos con los que alegremente enjuciamos a los demás. ¡Mucha suerte!
ResponderEliminarUn cuento muy bonito donde las injusticia se manifiesta. Suerte del fantasma que que pudo aclarar el perjuicio. Suerte en el tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarUn relato navideño, Ulises, en el que una tragedia acaba provocando la redención del protagonista discriminado de la mano del justiciero fantasma de la víctima. Me ha gustado que hayas hecho coincidir las fechas de celebración del nacimiento de Jesús con la redención del protagonista marginado. Buen relato, me ha gustado.
ResponderEliminarSuerte en el tintero, un abrazo.
Vivir marginado debe ser una especie de Purgatorio para alguien, y Shang vivio esa experiencia de ser rechazado por ser extranjero. Excelente relato con todos los ingredientes del reto. Mucha suerte en el tintero
ResponderEliminar¡Qué bella historia, Ulises! Me ha tenido atrapada de principio a fin. Los sentimientos ante la injusticia afloran, la ternura con Ellon se dispara, la tragedia te lleva al dolor y las lágrimas, pero la incomprensión hacia el profesor, todos a una sin pruebas, es tan brutal que supera a la cacería de los leones acorralando a una gacela. Al menos, estos lo hacen para comer.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Te deseo toda la suerte en el Tintero. La tendrás.
¡Vaya! como cambian las tornas cuando un espíritu (en este caso, no el de la navidad) deja caer la verdad como bola de nieve, e impacta en las conciencias de tanto enjuiciador gratuito.
ResponderEliminarCuando no queremos enfrentarnos a nuestro prejuicios, hacemos daño al que tenemos más cerca.
Un abrazo.
Hola, Ulises. Menudo giro le has dado a la situación, tanto acusar al pobre Shang y al final se hizo justicia.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha suerte!
Truculento, pero muy bueno. Qué el espíritu de la Navidad siga reinando en los cuentos.
ResponderEliminarUn abrazo
Un relato duro pero que cuenta algo más real de lo que nos gustaría. A veces tendríamos que recapacitar un momento antes de apuntar con el dedo a los demás. Muy buena aportción para el concurso! Un saludo.
ResponderEliminarHola, Ulises. Cuentos inocentes habrán ido y siguen yendo a la horca o a la cárcel por delitos que no han cometido. Lo malo es que en todos casos su reparación llega tarde y en la mayoría no llega.
ResponderEliminarTremenda injusticia por un desprecio cargado de prejuicios. Un relato que te deja (al menos a mí) con tristeza después de que había conseguido superar el rechazo inicial y parecía que el final sería de felicidad .
Un abrazo.
Muy interesante tu relato. No me esperaba que fuera el mismo fantasma de Eloy quien revelara a su asesino.
ResponderEliminarUn saludo y suerte en el concurso.
Hola, Ulises. Un relato cargado de intriga y prejuicios. Eso de sentenciar al prójimo sin pruebas es una de nuestras características más lamentables. Menos mal que al final se comprobó la inocencia del profesor.
ResponderEliminarUn saludo y mucha suerte en el concurso.
Hola Ulises. La sociedad tiende a ver al diferente como el culpable de cualquier desgracia, en tu relato se ponen de manifiesto estos prejuicios, que el pobre profesor Sang tuvo que sufrir por dos veces. Al final el propio fantasma se encarga de descubrir a su asesino. Te deseo mucha suerte en el concurso.
ResponderEliminarHola, Ulises. Un cuento muy propio de estas fechas donde se olvida el verdadero sentido de las mismas con mucha parafernalia y tan poco espíritu verdadero. Saludos y suerte 🖐🏼🎅🏼
ResponderEliminarHola, Ulises. Original tu versión del fantasma que regresa para hacer justicia y delatar a su asesino.
ResponderEliminarNos sorprendes con un relato de intriga bien rematado por ese inesperado giro final.
Suerte en el Tintero.
Saludos cordiales.
Hola, Ulises. Los dichosos prejuicios que tanto daño hacen pero nos siguen acompañando. Al final en tu relato se hizo justicia. Los diálogos hacen muy amena la lectura y el final es sorprendente. Saludos y suerte en el concurso.
ResponderEliminarEl tiempo es el encargado de poner las cosas en su lugar y en este caso es el fantasma el encargado de aclarar lo sucedido.
ResponderEliminarDiferente e interesante este relato.
Un abrazo Ulises
Puri
Hola Ulises, me ha encantado la idea del relato, y lo de las jaurías humanas dispuestas a condenar a quien sea, simplemente basándose en sus prejuicios, buen relato navideño, que guara una gran lección de como es capaz de comportarse el ser humano. Enhorabuena, saludos y felices fiestas¡¡¡
ResponderEliminarUlises, un cuento tremendo y es que lo cierto es que ha cada uno nos toca la familia que tenemos no la que deseamos y por mucho que sea navidad... hay personas y familias en que da lo mismo el día que sea. En cuanto al viejo Shang ojalá se pudiesen reparar todas las injusticias.
ResponderEliminarUn saludo, felices fiestas y suerte.
Hola Ulises un relato de fantasmas que hacen justicia, ante los prejuicios o malas intenciones. Abrazos virtuales desde la distancia y te deseo una feliz navidad.
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