Novecento, de Alessandro Baricco

 



Existen historias únicas en nuestra vida. Hay libros que leemos y nos marcan para siempre, tal y como un sello marca un papel. La tinta permanece en el folio, eterna y protagonista. Las palabras resuenan en nuestras cabezas, contundentes y aleccionadoras. Cuando abrí "Novecento", nunca imaginé que un libro pudiera enseñarme tanto. Cada página me mostró algo de mí mismo que no sabía, y el final, con su tan realista crudeza, hizo que cada palabra de Alessandro Baricco resonara en mi cabeza para la eternidad. 

El libro comienza con el nacimiento de Novecento, al cual abandonan en un transatlántico siendo un bebé. Su vida transcurre a bordo del Virginia y, desde temprana edad, comienza a tocar en la banda que acompaña a los pasajeros en cada trayecto entre un lado y otro del Atlántico. El protagonista se convierte de esta manera en un gran pianista y, al mismo tiempo, en un navegante por naturaleza. Nunca ha pisado tierra firme. Es un alma marinera, aunque sus sueños sean como los de cualquier otro: desea tener una casa, unos hijos y una mujer a la que amar.

La narrativa me llamó mucho la atención. No se trata de una novela, sino de un monólogo teatral. Por ello, en sus páginas encontramos un discurso elaborado por un solo individuo: el trompetista de la banda. La obra está hecha para escenificarse, y la lectura es muy diferente a la de cualquier otra que nos aventuremos a leer. Además, se trata de un libro corto, lo cual lo convierte en un entretenimiento ideal para cuando tenemos poco tiempo. Las páginas de este gran libro también se han llevado a la gran pantalla, siendo de inspiración para la película "La Leyenda del Pianista en el Océanos" de Giuseppe Tornatore.

En lo personal, y advirtiendo de antemano al lector de posibles spoilers, el libro y su final me parecieron buenísimos. Cuando Novecento es seducido por la idea de bajar del barco por primera vez, piensa en todo lo que le espera más allá del puerto. Sus sueños lo inundan de emoción y no puede evitar quererse marchar del barco que hasta entonces había sido su mundo. Sin embargo, cuando en las escaleras echa un vistazo atrás, se percata de que su mundo hasta entonces estaba delimitado por la proa y la popa. No conocía la inmensidad de la tierra firme. En ese momento, como un destello de luz, se da cuenta de que sería incapaz de vivir sin saber donde empiezan y acaban los limites de lo conocido. Descubre con una profunda introspección que su vida siempre transcurrirá en el Virginia. Ya nunca podrá tener una mujer que lo ame ni hijos ni una casa donde ser feliz. Pero, en una última oda a la vida, decide creerse el marido de las mujeres que bailan su música y el padre de los niños que corretean por los salones del barco. Se imagina una vida siendo un hombre de familia, hasta que los pasajeros bajan y, como si hubiera muerto, con ellos deja de querer ser marido y padre para siempre. Mató sus sueños. Dejó caer en el olvido parte de sus aspiraciones para continuar siendo quien era: un marinero eterno. ¿Crees que a veces hay que matar algunos sueños para poder manter otros? ¿Piensas que hay sueños que no se corresponden con quienes somos, y tarde o temprano habrá que matarlos? Te leo.


Ulises Castellano Orihuela

Comentarios

  1. Gran análisis y reflexión acerca de este gran libro que he tenido la oportunidad de leer. Personalmente creo que hay ciertos sueños que precisan de grandes sacrificios y son, precisamente, los riesgos que tomamos lo que nos define. Al mismo tiempo, creo que a lo largo de nuestra vida no somos la misma persona todo el tiempo, por ello, considero que hay sueños que están preparados para versiones inexploradas de nosotros mismos.

    Un abrazo.

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