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Mostrando entradas de agosto, 2018

Ensayo sobre la vida

El cuarto estaba vacío. No había ni muebles, ni ventanas, ni puerta…, todo había desaparecido. Lo que un día fueron grandes paredes, construidas por las manos de la experiencia y la paciencia, curtidas por las torpezas y las desilusiones, habían dejado de ser. Su color verde esperanza se había convertido en triste negro, perdiendo la esencia, el impacto que creaba a simple vista aquel particular pigmento. Ahora ya nadie lo podía ver, entre otras cuestiones porque la elegante y clásica lámpara de araña que un día colgó del techo se había evaporado, impidiendo observar lo que la oscuridad estaba consiguiendo matar, y la noche, a través de la ventana, trataba de dar descanso. Los arquitectos habían perecido, y los dedos que un día crearon ahora se limitaban a dejar en el olvido. Ya no quedaban esperanzas, hasta que un buen día, de un lejano lugar, unas nuevas manos se presentaron para regenerar lo huido. Poco a poco todo volvía a cobrar sentido. Con perseverancia las ventanas volvie