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Mostrando entradas de diciembre, 2018

Travesía a la Antártida [Día 2º]

   A las dos de la mañana, según la alarma del capitán Martinez, un estruendo sacudió la base por completo. La nieve que había acumulada en los tejados se desprendió violentamente, dejando ver a través de la ventana como los pequeños copos se unían al suelo blanquecino. Tras unos segundos de pleno silencio, los murmullos inundaron el complejo en su totalidad.  —Capitán —lo llamó el primer oficial alarmado. ¿Ha sentido eso? El capitán se levantó de un salto de la cama. Claro que lo había escuchado, y estaba seguro de que lo que fuese que había causado esa agitación no traería más que problemas.  —Desde luego —añadió perplejo. Creo que deberíamos salir a ver qué ocurre    Tanto el primer oficial como Martínez, que dormían en la misma estancia, exclusiva para altos cargos de las tripulaciones, cogieron sus abrigos y se calzaron las botas. La pequeña habitación contaba con una litera; un armario, donde los dos hombres había dejado ordenadamente la ropa el día anterior; y una pequ

Travesía a la Antártida [Día 1º]

   El cielo comenzó a oscurecerse cuando el Hespérides partió rumbo al polo sur. La tranquilidad del puerto se vio interrumpida por los motores del buque que, en cuanto se puso en marcha, agitó abruptamente el mar, dejando ver una estela en su avance. En el puente de mando, el capitán dirigía las maniobras mediante su walkie talkie, mientras los científicos de abordo se acomodaban en los camarotes. Los marineros trabajaban sin descansar en la cubierta junto a la maquinaria que, por encima de la de muchas otras naos, contaba con una gran tecnología. A partir de ese momento, solo quedaba un largo trayecto. En un abrir y cerrar de ojos, la popa del barco se convirtió en una simple mancha en el horizonte para aquellos que, melancólicamente, veían a sus familiares marchar.     Muchos de los científicos nunca habían ido a la gélida Antártida. La gran parte de los investigadores que se dirigían allí eran recién licenciados que buscaban conocimientos y experiencia.  Sin embargo, para el c

Su Propio Enemigo

Todo estaba a oscuras. Desde que entró en aquella sala, el silencio se había convertido en otro traidor al que odiar, en un nuevo enemigo. La sensación de soledad lo inundaba a cada instante. Ya no estaba vivo. Su mente seguía en activo, aunque su cuerpo había caído en el olvido. ¡Ayuda!, gritaba desesperado. El silencio volvió a azotarle sin descuido. Por mucha fuerza que hiciera, nadie lo sacaría de su presidio, porque el único que tenía potestad para hacerlo estaba ahí dentro metido. ¿Y ahora qué?, se preguntará el más atrevido. Pues yo siento decirle que el silencio continuó con su olvido. Pero tras mucho  tiempo, el chaval se dio cuenta de su descuido, y es que hasta entonces no se había visto como su propio enemigo

Las Chabolas del siglo XXI (Documentación)

  Leyendo la obra de Pedro Lezcano, titulada La Chabola , pueden llegar muchas memorias al lector que, aun sin ser canario, haya observado cómo lugares que contaban con esta clase de "viviendas", se hayan visto limpiados de ellas con el paso del tiempo. En este artículo en concreto, me gustaría hablar sobre la Playa del Confital, situada en Las Palmas de Gran Canaria (Canarias), y escribir una valoración personal con respecto a este tema, para luego (a nuestro modo) originar un pequeño relato.   Basándonos en la vida del autor Pedro Lezcano Montalvo, y en su paso por Canarias, podemos tener la certeza de que la obra que vamos a tratar tiene lugar en la capital grancanaria. Por consiguiente, podemos afirmar que las condiciones del entorno en el que vivía el protagonista y su familia eran del todo insalubres. Durante muchos años, aquel lugar fue conocido por recoger el mayor número de chabolas de todo el archipiélago canario ( ver imagen ). Allí se dieron situaciones tan t

Querida Inocencia:

Querida inocencia, El tiempo pasa y aún tú presencia causa estragos. La luz no se ve. La luz nunca ha estado. Lo llamo a él, sí, al mismo sentido común que sin estar en los más necesitados, sin estar en los que más le requieren, es capaz de mover masas por medio de un ser, de un iluminado. No me dejes. No, ahora no. Y se que me estas dejando, pero te lo suplico, ahora no. Déjame vivir bajo tú fuerza, bajo la sombra que generan tus alas. Es triste, sí, es muy triste que, después de años junto a ti, después de catástrofes vividas bajo tú escudo, me dejes cuando más te necesito, cuando más aprenderé a estar sin ti.                                                                   

El Apagón. Arturo Márquez y la Máquina del Tiempo #1

   La caótica mañana había llegado, ansiadamente, a su final. Las calles comenzaron a oscurecerse, cuando se empezaron a ver resquicios de luz procedentes de las viejas farolas que, en su rutinario intento por preservar la lucidez, se veían abocadas a ceder el trono al crepúsculo.     Junto a la entrada del edificio, Arturo Márquez aguardaba que el doctor Aureliano le abriera la puerta. Desde hacía dos meses, cuando el reputado científico le había llamado en busca de su ayuda, se habían estado viendo cada semana, en las distintas casas que poseía por la ciudad. En un descuido por parte del propio Aureliano, la noticia del trabajo de la Máquina del Tiempo había conseguido atravesar las paredes de sus apartamentos, llegando a oídos del profesor Cipriano Ferosa.    La puerta por fin se abrió.    Subió las escaleras tratando de hacer el menor ruido posible, y llamó al apartamento con la misma índole, observando a su alrededor que no hubiera nadie mirándolo. De ve