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Mostrando entradas de octubre, 2018

El Brebaje de la Vida

Todo el mundo era feliz hasta que la muerte llamó a la puerta, se sentó en el sofá, y esperó a que su mirada fuese matando lentamente a quién su alma se negaba a borrar. Sí. La muerte también siente y padece. Y para sorpresa de alguno, también tiene momentos en los que aborrece su trabajo. Mi abuela murió un once de mayo de mil novecientos noventa y tres, rodeada de gente que la quería, sin preocupaciones, y con la mentalidad de que le había llegado la hora de morir. Por esa parte todo transcurrió con facilidad. De hecho, alguno de los que estábamos allí llevamos nuestros pensamientos hasta el fin de nuestros días, incitados por la aparente tranquilidad emocional de quién no va a volver a abrir nunca más sus ojos. « ¿Cómo quería morir?», pensé. Mi familia no era precisamente la más feliz ni mucho menos la más rica, pero con nuestros problemas, aun cuando otros no podrían ni levantar la cabeza, éramos capaces de sacar la mejor sonrisa a relucir. Simplemente vivíamos la

Las Aventuras de Arturo Márquez #1

El silencio había tomado el protagonismo que, poco a poco, consiguió arrebatar al murmullo de las conversaciones y los motores en marcha. Las calles iluminadas únicamente por la tenue luz de las farolas, permanecían en un profundo descanso, vigiladas por la imponente imagen de la luna llena.  Desde el interior de un coche, Arturo Márquez miraba hacia la ventana que se encontraba al otro lado del bulevar. Mientras el humo del habano que tenía entre los dedos se escapaba por el pequeño hueco que dejaba la ventanilla, sus ojos quedaban expectantes a la escena de la que era testigo. Las luces provenientes de la habitación le hacían el trabajo más sencillo. En el interior, un hombre y una mujer dejaban ver sus cuerpos desnudos sobre un fondo púrpura llamativo. Sus figuras no dejaban de moverse. De vez en cuando sonaba algún objeto estamparse contra el suelo, quitándole el protagonismo al silencio que poco parecía importarles. Sin apartar los ojos de su objetivo, sacó la Canon  del bols

Los Girasoles

Negamos la lucidez. Nos limitamos a seguir con nuestras vidas, repletas de lujos y comodidades, delimitadas a un marco concreto, sin nada nuevo en lo que pensar, con pocas cosas que por primera vez sentir. Odiamos que el resplandor nos ciegue. Detestamos que la noche nos oculte con su oscuridad. Tratamos de vivir en un mundo en el que la luz se ajuste a nuestras exigencias. No ansiamos mucha, pero tampoco nos gusta vivir con poca. Lo tenue nos miente y lo luciente nos hiere. Nuestras pupilas no están hechas para aventuras. No somos girasoles que aún sin ver la luz tratan de seguirla. Ni tampoco somos seres como las luciérnagas que, aún queriendo huir de ella no pueden. Nos la hemos ingeniado para controlarla, para hacerla nuestra fiel sirvienta. ¿Qué veríamos sin luz y que no veríamos con su fulgor? Ojalá llegue el día en que nos convirtamos en girasoles. Tengo el vivo deseo porque nuestros ojos, nuestros débiles guías, se endurezcan con el tiempo. ¿Quién sino nos hará ver por las