A las dos de la mañana, según la alarma del capitán Martinez, un estruendo sacudió la base por completo. La nieve que había acumulada en los tejados se desprendió violentamente, dejando ver a través de la ventana como los pequeños copos se unían al suelo blanquecino. Tras unos segundos de pleno silencio, los murmullos inundaron el complejo en su totalidad. —Capitán —lo llamó el primer oficial alarmado. ¿Ha sentido eso? El capitán se levantó de un salto de la cama. Claro que lo había escuchado, y estaba seguro de que lo que fuese que había causado esa agitación no traería más que problemas. —Desde luego —añadió perplejo. Creo que deberíamos salir a ver qué ocurre Tanto el primer oficial como Martínez, que dormían en la misma estancia, exclusiva para altos cargos de las tripulaciones, cogieron sus abrigos y se calzaron las botas. La pequeña habitación contaba con una litera; un armario, donde los dos hombres había dejado ordenadamente la ropa el día anterior; y una pequ
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