Hoy en día la competencia en el mundo laboral y estudiantil puede generar sentimientos derrotistas y llevar a las personas a encontrarse perdidas y faltas de motivación. Nos han enseñado desde pequeños a luchar por tener un futuro digno y las carteras llenas. Sin embargo, en algunas ocasiones (por no decir la gran mayoría) nuestra felicidad importa bien poco ¡Todo por el futuro! ¿Y el presente...? Estamos sumergidos en un denso bucle del que puede resultar difícil de huir. Nadie en su sano juicio pondría su felicidad por delante de su salario y su posible futuro sueldo (al menos no en los tiempos que corren). La situación económica de muchas personas es tan compleja que la propia felicidad ha pasado a ser un mero obstáculo que sortear. Vivimos carentes de motivación, caminando como zombis por las calles. Pero, no nos damos cuenta del peligro que ello supone. Y no me malinterpreten. No digo que no es lo que se deba hacer, muchas veces las circunstancias no dejan otro remedio
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