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¿Somos felices?

   Hoy en día la competencia en el mundo laboral y estudiantil puede generar sentimientos derrotistas y llevar a las personas a encontrarse perdidas y faltas de motivación. Nos han enseñado desde pequeños a luchar por tener un futuro digno y las carteras llenas. Sin embargo, en algunas ocasiones (por no decir la gran mayoría) nuestra felicidad importa bien poco ¡Todo por el futuro! ¿Y el presente...?

   Estamos sumergidos en un denso bucle del que puede resultar difícil de huir. Nadie en su sano juicio pondría su felicidad por delante de su salario y su posible futuro sueldo (al menos no en los tiempos que corren). La situación económica de muchas personas es tan compleja que la propia felicidad ha pasado a ser un mero obstáculo que sortear. Vivimos carentes de motivación, caminando como zombis por las calles. Pero, no nos damos cuenta del peligro que ello supone. Y no me malinterpreten. No digo que no es lo que se deba hacer, muchas veces las circunstancias no dejan otro remedio que adentrarnos en los peligrosos lares de la disconformidad y el agobio. Simplemente, pongo de manifiesto la mediocridad de un mundo carente de motivación y felicidad.

   Por no hablar de la mecanización de nuestras vidas. No pensamos, no imaginamos, no sentimos... Nos limitamos a ir a nuestros trabajos, estudiar, comer, dormir, salir un poco (lo suficiente para no pensar demasiado) y volver a nuestras casas ¡Ya nadie dedica tiempo a pensar! ¡Nadie sale con sus amigos a debatir sobre política y el día a día! Muchos han sustituidos estos pasatiempos arcaicos por una pantalla y una torre de última generación, un videojuego y una tarde en un estadio de fútbol. Entonces, ¿cómo sabremos si realmente somos felices?

   Pues bien, en primer lugar la educación es crucial para quitarnos las cadenas. Aprendamos a escuchar, tanto a nosotros mismos como a los demás. Olvidemos por un segundo lo que somos o lo que esperan qué seamos ¿Qué quiero yo? ¿Qué puedo hacer para conseguirlo? Dejemos de vivir manejados como títeres; comencemos a movernos por lo que queremos, pelear contra lo que no queremos y entender, primeramente, qué es lo que queremos.

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