Ir al contenido principal

El Amor Tras la Frontera

 La frontera era un lugar especial. Allí, sucedían cosas que no se veían en otras partes. Se observaba el comercio más feroz y las negociaciones más intensas. Los vendedores de Sudán cruzaban el puente que los separaba de Chad, y luchaban las ventas hasta la puesta del sol sin descanso. Por el contrario, los habitantes de Chad se aprovechaban de los precios más bajos que le ofrecían los sudaneses, dándose con un canto en los dientes con cada compra.

Aquel mundo siempre había entusiasmado a Ousman, un joven chadiense, de familia adinerada. Su padre trabajaba en Francia como médico, y él había vivido allí casi toda su vida. Estudió Sociología en la Université Lumière, en Lyon, siete años atrás. Aunque, su sueño siempre había sido regresar al país que lo vio nacer.

Pensaba en las calles de Lyon, y en su alocada vida como universitario, cuando una mujer le tocó el hombro.

-Oiga, ¿por casualidad venderá verduras? -dijo, con un tono que denotaba que se había pasado de pie demasiado tiempo.

Ousman estaba sentado en un banco, mirando al río, cuando se dirigió a él.

-No, no -contestó -Solo estaba aquí sentado. A veces vengo a mirar cómo se mueven los sudaneses por este lado de la frontera.

-Virgen santa -añadió la mujer -¿Policía?

-Sociólogo -rió

La invitó a sentarse a su lado. Se llamaba Fatime y era madre de un niño, al que había dejado al cargo de su abuela, pese a que tenía la misma edad que Ousman. Él ni siquiera había pensado en tener hijos. Mientras le hablaba de ella, se fijó en el color de sus ojos. Eran marrones, como los del noventa y nueve por ciento de la población en Chad. Pero, cuando les daba el sol, lucían un color miel que le resultó de lo más atractivo. 

Era preciosa, pensó.

Siguieron hablando, sentados en aquel banco, hasta que el atardecer pintó de un color anaranjado las nubes.

-Por cierto -le dijo Fatime antes de marcharse -¿Por qué te dedicas a mirar a los comerciantes a este lado de la frontera? -preguntó

-Estoy haciendo un trabajo de investigación para la Universidad de Lyon

-¡Vaya! -se sonrojó -Entonces no te habré dejado trabajar hoy

Ousman volvió la vista al río, inacapaz por primera vez de mantenerle la mirada, tras haberse pasado toda la tarde observando sus ojos. Se sentía avergonzado por lo que quería decirle. Hacía tiempo que no se sentía de esa manera.

-Ojalá pudieras hacerme perder más el tiempo -se atrevió a decir

Ella se rió, y se despidió con un "hasta mañana" que le removió el corazón.

La tarea que le había encomendado la Universidad tenía un plazo de doce meses. Durante ese tiempo, tenía que ser capaz de elaborar un artículo lo suficientemente bueno para que le fuera útil al Gobierno. Era así de sencillo. O valía, o se marchaba de Chad para siempre. No lo volverían a destinar a su amado país.

Al día siguiente, sin embargo, volvió a pasar toda la tarde conversando con Fatime, sentados en el mismo lugar. Con el tiempo, comenzaron a dar paseos junto al río. Se enamoraron el uno del otro. Fatime le reveló que su exmarido la había abandonado, y que desde hacía dos años no había hablado de aquella manera con un hombre. Se cogían de la mano y, mientras se acariciaban, se decían lo mucho que se querían. Ambos se sentían en una nube. Hasta que ella lo invitó a conocer a sus padres.

-¿Musulmán y francés? -le preguntó el padre a Ousman, cuando apareció frente a la puerta de su casa

-Sí, señor -respondió nervioso

-Entonces, no sé qué estás haciendo con mi hija -dijo enfadado

Esas fueron las únicas palabras que intercambiaron. La madre ni siquiera abrió la boca. Ninguno lo podía creer. Fatime sabía que sus padres eran católicos a ultranza, pero nunca imaginó que fueran a actuar de aquella manera.

-Lo siento -se disculpó al día siguiente, cuando se vieron de nuevo junto al puente. 

Varios comerciantes se paseaban por la zona.

-Nunca nos vamos a poder casar -se lamentó Ousman

-Mientras viva bajo su techo, no

-¿Y si no vivieras bajo su techo? 

-¿Qué quieres decir? -añadió sorprendida. Jamás se había planteado aquella idea.

-Vamonos a Francia. Juntos. Sin nadie que nos diga cómo vivir

El estómago le dio una vuelta.

-No puedo irme de Chad, Ousman -declaró -Aquí está todo cuanto conozco ¿Qué haría yo tan lejos?

-Algo encontrarás... -dijo - ¡Es Europa! Siempre hay trabajo

-No sé...

Tenía miedo. Había pasado tanto tiempo viviendo de la misma manera, que plantearse un futuro distinto le superaba. "¿Cómo estaría su hijo lejos de sus abuelos?" "¿Podría encontrar trabajo?" "¿Cómo sabía que Ousman no la acabaría dejando tirada?" Amaba a Ousman, pero lo que le proponía suponía empezar una nueva vida.

-No puedo hacerlo -le confesó



Ousman entró al aeropuerto, un año después de aterrizar en Chad. Llegó sin Fatime y se iría sin ella. Nada había cambiado, se consoló.

De pronto, en la fila para facturar su equipaje, oyó que alguien lo llamaba

-¡Ousman! -gritó Fatime - ¡Me voy contigo! -en una mano llevaba dos billetes, y, en la otra, tiraba de su niño, que iba casi a rastras por el suelo.

La besó

-¿Pero de qué vamos a vivir? -le preguntó Fatime, revelando su mayor temor-No has cumplido con tu trabajo...

Ousman sacó su portatil de la mochila, y le mostró, con orgullo, el título de su investigación: "El Amor tras la Frontera"



Comentarios

  1. Muchas gracias, Ulises, por participar con este relato en el homenaje a Fitzgerald. Un abrazo y suerte.

    ResponderEliminar
  2. Hola Ulises, hermoso relato he visto Chad los atardeceres y esa historia de amor que espero siga en Francia. Un saludo. Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  3. El momento en el que hay que tomar decisiones sin la menor seguridad. O cuando se entiende que la seguridad es una palabra, nada más. Muy conseguido. Buena suerte, buen fin de semana.

    ResponderEliminar
  4. Hola Ulises. Me ha sorprendido lo documentada que está la historia y lo bien que nos metes en el ambiente y las costumbres de la frontera entre Chad y Sudán, un escenario original e inesperado para esta edición del Tintero. Los prejuicios religiosos son por desgracia muy habituales, incluso en ciertos ambientes en nuestras sociedades occidentales, cuanto más en sociedades más pobres y marcadas por el estigma religioso. Fátime tomó una decisión importante que le cambiará la vida, pero en eso consiste vivir, en arriesgar por lo que uno cree que merece la pena. Les deseo toda la suerte del mundo a Fátime y Ousman en su nueva vida en Francia, pues aunque son personajes ficticios los he sentido como reales. Mucha suerte. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Hola Ulises. Eso se llama matar dos pájaros de un tiro. Un final que da sentido a la existencia de los puentes culturales, a pesar de la opinión de quienes prefieren seguir aislados con sus prejuicios.
    Saludos y suerte.

    ResponderEliminar
  6. Un relato muy lindo, los personajes están muy bien trazados y el ambiente muy bien descrito. Me encanta que al final puedan vivir su amor, un relato que con un toque de esperanza. Saludos y mucha suerte.

    ResponderEliminar
  7. Que verdad que es cuando dicen que el amor no tiene fronteras. Qué ridiculez la del padre racista. Buen relato con un bello final. Un placer leerte. Abrazos

    ResponderEliminar
  8. Preciosa historia, Ulises, el amor verdadero siempre da valor para vivir. Un abrazo

    ResponderEliminar
  9. Muy bello relato, pintoresco, y muy bien narrado. Comprendo al padre de la dama, un. frances y musulman es demasiado para un solo dia. En europa tristemente tambien encontraran ambos otros prejuicios

    ResponderEliminar
  10. Un salto de fe que esperemos no sea defraudado, un relato que en su final, es apenas el comienzo.
    Un abrazo, Ulises

    ResponderEliminar
  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  12. Maravilloso relato, Ulises. Inmejorable tema de investigación.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Hola paisano. Nosotros, los canarios, sabemos por experiencia de diversidad humana. Las islas y el continente africano son cercanos en geografía.
    Desde luego hay labor de documentación en cuanto a las diferencias radicales de Sudán y y de Chad, el conflicto entre ellos, donde las tribus ya forman una diferencia radical. Un mundo de fronteras, como bien has definido.
    Luego, has personalizado el relato entre Ousman y Fatime, los has acercados contándonos sus cuitas, sus circunstancias, sus particularidades. Católico y mulsumanes dos religiones, en ocasiones, irreconciliables. No fue el caso de tu historia.
    Los fragmentos narrativos intercalados con los diálogos, dotan de agilidad al relato.
    Dicen que el amor es un arma poderosa, que lo puede todo o casi todo, y que traspasa fronteras.
    Un abrazo, Ulises. Cuidate de la calima que azota de nuevo a la isla, se ve que los saharianos están soplando en esta dirección 😊
    Buen trabajo.

    ResponderEliminar
  14. Si el mundo hubiera crecido con todos estos prejuicios y muchos cobardes, todavia no sabriamos lo que es la libertad.

    ResponderEliminar
  15. Viajar, además de conocer nuestros orígenes, siempre nos amplia las miras y nos permite conocer mundo. Una pareja de valientes y aventureros enamorados! Les deseamos la mejor de las suertes! Un saludo!

    ResponderEliminar
  16. Hola Ulises , un relato muy enternecedor y muy bonito
    Me a gustado mucho , te deseo mucha suerte.
    Saludos de flor.

    ResponderEliminar
  17. Precioso relato de amor que ha terminado como a mi me gusta. Con el deseo limpio de vivir una nueva y propia vida lejos de prejuicios e intolerancias.
    El amor triunfó sobre todo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  18. Hermosa historia de amor, de valentía también por parte de ella que dejó todo para seguir a su amor.
    Saludos, PATRICIA F.

    ResponderEliminar
  19. Tienes tres momentos gloriosos: la proposicion de él, la respu esta de ella, y el atrevimiento de la fuga. Creo,por el comentario de Isabel que se nos escapan detalles, omas bien la magnitud del prejuicio en aquel lugar. ESperemos que el giro que le ha dado al trabajo que vino a hacer tenga buena recepcion en Francia.
    saludoss

    ResponderEliminar
  20. Hola. Pienso que al llegar a Francia, el mayor exito de Ousman no lo llevaría en la Portatil de su mochila sino lo tendría bien tomado de la Mano con Fatime y su niño. Ese amor es la fortaleza que le permitirá luchar y obtener cualquier otro exito futuro... ¡Excelente relato !

    ResponderEliminar
  21. Hola, Ulises, me has sacado una tierna sonrisa con esa última frase. Este reto está dando relatos esperanzadores, y este es uno de los más tiernos y esperanzador que he leído. Me ha gustado mucho la puesta en escena así como el ambiente opresivo que viven los protas para sacar adelante su vida y, sobre todo, su relación.
    Un aporte sublime, Ulises.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  22. No me lo puedo creer. El otro día te puse un comentario y supongo que no lo envié porque no aparece. Me ha parecido un relato estupendo. El conflicto de pueblos y de ideas que se supera . También me gustó el final con el trabajo resuelto. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  23. Un relato excelente, Ulises. Está bien planteado el conflicto, el ambiente, la situación y las barreras que los protagonistas superan con valentía. Queda patente que el amor no tiene fronteras.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  24. Hola, Ulises. Un relsto de amor que traspasa fronteras, nunca mejor dicho. Seguro que les irá bien. El paso ya está dado y se tienen el uno al otro. ¡Y un chiquillo también!
    Un buen relato. Felicidades.

    ResponderEliminar
  25. Hola, Ulises. Me gustó muchísimo, por la forma en que nos sitúas en ese lugar tan preciso y con la descripción de sus costumbres. Un relato que además emociona y finalmente sorprende gratamente. Un abrazo

    ResponderEliminar
  26. Un relato de amor con un final que en realidad en un gran comienzo de otra bonita historia. Me ha gustado lo bien que has ambientado ese rincón geográfico tan lejano y poco familiar. Y cómo has esbozado los protagonistas con sus diferencias y similitudes, sus deseos y sus miedos. Buen relato de amor.

    Me ha gustado, suerte en el Tintero. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  27. Hola, Ulises. Me ha gustado la ambientación en el corazón de África. Unos lugares que —al menos yo— desconozco por completo. La disputa entre cristianos y musulmanes que hoy se ha extendido al mundo entero resulta muy actual y el final feliz es bastante esperanzador. Me ha gustado todo el conjunto. ¡Bien escrito!
    Suerte con el concurso y un abrazo.

    ResponderEliminar
  28. Hola Ulises que bonita historia de amor con final feliz, que bien lo cuentas. La primera impresión que nos das es que la cosas no van a ir como ellos quieren pero el amor es más fuerte que todo .
    Un abrazo y suerte en el concurso
    Puri

    ResponderEliminar
  29. Un amor que rompió fronteras, porque el protagonista lo encontró, y se lo llevó. Bonito final 😚 me encanta 😘 Saludos virtuales desde Venezuela.

    ResponderEliminar
  30. Hola Ulises, una historia de valentía en un lugar que siempre es fascinante. Buen relato. Un abrazo

    ResponderEliminar
  31. Me ha gustado mucho la ambientación del relato. Buen aporte.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  32. El amor no tiene fronteras, las fronteras las ponemos las personas. Puede haber más dificultades, eso sí. Un viaje de amor por África, que ha sido todo un deleite. Suerte. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  33. Me alegra que Fatime se haya decidido a último momento. Esperemos que todo resulte bien entre ellos a futuro, ya que es una decisión algo alocada dejar todo atrás para ir detrás de un amor.
    Me gustó mucho.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Disculpa de Sara Calloway

 Sara Calloway murió el cinco de enero del año dos mil ochenta y siete, entre remordimientos y penas. Tenía ochenta y cuatro años cuando abrió por última vez los ojos de aquel cuerpo repleto de arrugas, ojeras y marcas de una vida cargada de dificultades. El día de su fallecimiento, sus cuatro hijos lloraron desconsolados su muerte frente a la cama del hospital, pensando más en los momentos que no tuvieron junto a su madre que en los pocos recuerdos felices que disfrutaron a su lado. «Que dura ha sido la vida», repetía Margarita, la cuarta de ellos, apesadumbrada. Estaba empapada en sudor y las lágrimas no se distinguían de los goterones que emanaban de su frente. Aquellas palabras cargaban mucho dolor, pero también desesperación y rabia. En un último intento, trataba de hacérselas llegar a su madre, rindiéndose ante el reloj, el cual mantuvo su orgullo tan alto que le impidió sincerarse alguna vez sobre la crudeza de su vida. Cuando minutos más tarde se llevaron a su madre y sus herma

La belleza que permanece...

 Moses estaba sentado en la sala de espera del hospital. Los sillones de cuero rojo y las dos neveras que ocupaban el lugar estaban iluminados, exclusivamente, por las luces frías del techo. A través de las ventanas reinaba la oscuridad. El cielo se veía tan negro como Moses pensaba en ese momento su futuro. Nunca se había planteado un mañana sin su abuela. A decir verdad, ni siquiera se había imaginado viviendo durante demasiado tiempo alejado de ella. Una lágrima le corrió por la mejilla.  «Deja de pensar», se reprendió mientras sentía cómo su corazón se desmigajaba.  Entonces, una enfermera con cara de haber trabajado más horas de las que debería, se acercó a él. Se sentó a su lado y se quitó la cofia.  — ¿Sabes una cosa? -añadió con la determinación de quien había vivido la misma catástrofe mil veces y, pese a todo, aún le quedaba la ternura del alma  — Cada semana veo a gente morir. Algunas, soy testigo del final de la vida cada día. Pero, desde hace unos años, no pienso en toda l

La Raza de Oro

 De la tierra brotó un hombre. Aparecían cada cierto tiempo alrededor de la aldea, repleta de cabañas de bambú. Nadie había visto las semillas de la creación. Tampoco les importaba. Le llamaron Zeus. Entre el gentío que se reunió, curioso al verlo llegar de entre la vegetación, alguien mencionó el nombre. Nadie lo había escuchado antes. Tampoco les importaba de dónde había surgido. Festejaron durante el día y la noche. Bailaron al son de las palmas en el centro de la aldea,  reservado para los eventos sociales, y bebieron la bebida sagrada que les dejaban los dioses en el único pozo que había. El cuerpo no les pedía descanso. Sólo cuando cantaron todas las canciones y completaron todos los pasos de baile, se fueron a dormir. No por necesidad ni aburrimiento. Era como un acto reflejo. Nadie se había detenido a pensar mucho en ello. Tampoco les importaba. Eran felices. Aunque ni siquiera se molestaban en reparar en las razones de su felicidad. Era algo intrínseco a su naturaleza.  Cuando